Vi a Nathaniel
Se obligó a un caminar sereno desde su salida del castillo. Después de saludar impasible a la señora Bradbury, que tomaba el té en los jardines, Lauren el ama de llaves se precipitó hasta la cabaña de los empleados para empacar sus cosas. Mientras abría la puerta, sintió la punzada del horror al seguir viendo en la argolla la llave aparecida, antigua y oxidada. Las imágenes horrendas se agolparon. Nathaniel… estaba ahí, en el cuarto maloliente al que la llevó la llave. No soportó más y vomitó en el umbral, de la impresión que acababa de tener. Igor el viejo jardinero, que terminaba su jornada, se apresuró a asistirla, pues se estaba desvaneciendo. La recostó y le preguntó qué sucedía, acariciando su rostro pálido. Ella quiso levantarse; el tiempo apremiaba. Recobró a medias las fuerzas, pero era suficiente para llevarse sus pertenencias. Igor ofreció a Lauren apoyar su retirada si le contaba todo; además, confesó sentirse intranquilo desde que Nathaniel había sido de