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Mostrando entradas de agosto, 2018

Fulgor desde el bosque

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Seis décadas después, el peligro en el bosque aparentaba haber cesado. La extraña plaga dejó de habitar la memoria de los pueblos aledaños; ya los testigos más jóvenes habían muerto y sus descendientes vivían en paz, con la mente tranquila… hasta que apareció ese brillo, emergiendo entre los troncos profundos, y una nueva curiosidad los llamó.  Ya no había vida ahí, entre las altas copas. No se escuchaba el rumor de las cigarras ni un crujir de hojas áridas. La fauna había desaparecido en esos terrenos siniestros, y nadie se había tomado la molestia de preguntarse porqué. Sólo aceptaban esa quietud abismal. Nada había que valiera un recorrido por los intrincados senderos del bosque, excepto esa luz silenciosa, que cambió a un tono rojizo. Los antiguos pobladores, sesenta años atrás, habían escuchado gritos aberrantes una noche. Provenían de entre los arbustos lejanos, viajaban como sombras entre la vegetación. Por grupos, se internaron en la inmensa arboleda con sus herra

VHS

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Ellos me eligieron; sí… fui el confidente de Gabriel y Patrick para que expresaran, en un último aliento, lo que les había ocurrido. Fueron testigos de un fragmento de la realidad que, al ser tan perturbador e incomprensible, les dejó la mente destrozada. Ellos eran críticos de cine; aficionados, pero estupendos analistas. Sus ganas de estudiar las obras cinematográficas y escribir sobre ellas eran formidables: dedicaron desvelos y esfuerzo para informarse, asistieron a cursos y conferencias, entrevistaron a directores, actores y estudiantes. Y todo eso, en un principio, estaba bien.  Se dispusieron a explorar las producciones de bajo presupuesto: contactaron a los talentos emergentes para asistir a las grabaciones; compraron, como pudieron, lotes de películas olvidadas dignas de un análisis. Y todo eso estaba bien. Pero, ¡maldición, tenían qué encontrarse con aquella estúpida cinta! Cuando regresaron de aquel viaje ya traían ese VHS; lo habían encontrado en una venta d

Demonios

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La humanidad, en su enfermiza autodestrucción, ha inventado a los Demonios para tener a quién culpar por su desgracia. Ellos están de acuerdo en ser subestimados, tratados como un concepto inerte, mientras se vuelve demasiado tarde. Por: Victor C. Frias ¡Muchas Gracias por Tus Lecturas!

Memorias perpetuas

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Entre las peculiaridades del sótano encontré el congelador, proyectando una luz fluctuante a su alrededor. Abrí la puerta y todo se apagó ante su luminosidad. Supe lo que significaba. El holograma repetitivo llegaba a su fin. Recordé. La realidad se disipó. Ese era el momento en que me escondía en la cíclica eternidad, en que resguardaba mi conciencia. Escuché el eco mortecino de las sirenas. El departamento de Policía me había encontrado. Una vez más no había descubierto a quien me hirió de muerte en mi propia casa. La puerta se abrió. Nos encontramos frente a frente. Ese hombre, al que había visto con tanta frecuencia... me era irreconocible. Si mis recuerdos no se borraran en cada ciclo, me despertaría la confusión, y la intención suicida... aquel hombre era idéntico a mí. Por: Victor C. Frias ¡Muchas Gracias por Tus Lecturas!

He encontrado a Phil

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Haber leído el diario de Phil fue como seguir un mapa. Su última página me trajo aquí. Estoy inundado de sensaciones aberrantes. He descubierto su sepultura en la pared, donde había puesto la cabecera de mi cama. Le veo de frente, inerte y putrefacto. Al día de hoy no puedo desprenderme de esa primera inquietud, la que me causaron aquellos ruidos en la pared… sonidos de alguien que lame algo con intenso jadeo. Por: Victor C. Frias Espero hayas disfrutado de este Relato, aquí te recomiendo más Relatos espeluznantes, para que continúes leyendo breve: El gato rayado La fotografía Sin memoria El caballero antiquisimo ¿Qué hacíamos en las ruinas? ¡Eres libre de dejar tu Comentario y Compartir en tus Redes Sociales, con la gente Lectora que más aprecias!

Némesis

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Yo lo hice. Yo destrui a todos aquellos que se cruzaron en mi camino. No tolero la repulsión que provocan esos restos infernales. Suspiro en este triunfo a medias y me dedico al enemigo más grande. A mi Némesis. Lo veo a través de esta agua llana, bajo mis pies. Mi imagen duplicada, en simetría. Me interno en el lago, cargando esta piedra atada a mis tobillos. En el sitio más alejado de la costa suelto la piedra, para quedarme amarrado a la profundidad. El enemigo camina frente a mí, sobre la arena del fondo, con arrogante calma; contempla mi agonía con el cabello ligero y las prendas ondeando. Me sonríe... y asciende. Emerge como el ganador de la batalla, para adueñarse del mundo. Me desconcertó que no me faltara ya el aliento. No me sentía muerto. Había cerrado los ojos para enfrentar el destino con pavor, y una mañana radiante me envolvió de pronto. La cuerda en la piedra se había roto. Por: Victor C. Frias ¡Muchas Gracias

Oblivion

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Han vuelto todos a sus planetas. Se han clausurado los portales: nuestros vínculos en el espacio-tiempo. Fue difícil convencerlos de mi decisión de quedarme aquí. Les dije que no perdieran el tiempo con recuerdos dolorosos... que mi desaparición sería tal que me borraría incluso de la historia, del curso de la existencia. Que no hay ya de qué preocuparse... que no habrá repercusiones... que ya viene el segundo determinante. El fulgor es intenso allá arriba, cegador; toda la luz de mi mundo se concentra y sólo quedan estos ojos para atestiguarlo. Crece ante mí, se acerca, y tan pronto veo las fauces inconmensurables. La esfera luminosa ahora suelta sus haces a través de esos gigantescos colmillos. Se debilita. Cuando la luz es tan tenue que apenas distingo mi presencia, es el sonido el que se ahoga en la inmensidad. Las fauces se vuelven a abrir y en mi ceguera persigo el azufre de ese aliento, entre las partículas sofocantes del astro roto. La hume

He vencido

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Mis manos luminosas revelan lo que tengo sometido: el monstruo al que había perseguido por tanto tiempo. Me muestra por primera vez sus pupilas vulnerables, suplicantes. Lo tengo por el cuello, devolviéndole sin piedad ese daño que me ha dejado el alma llena de cicatrices. Mis falanges incandescentes le oprimen con brutalidad las vértebras cervicales hasta pulverizarlas. Se desvanece, de forma tan paulatina como su intrusión. Por fin... he vencido. Era la Depresión... el monstruo más temible al que me he enfrentado. Recuerdo haber sentido su garra sujetarme las entrañas. Siempre diré que fue inevitable, ¿sabes? Era invisible, pero lo sentías en cada cosa que hacías, en todo lo que habitaba el mundo. Te mutilaba las expectativas. Te amputaba las ganas de vivir... las que tenías en la cima y ostentabas como un elegante sombrero de copa. Cada vez que abrías los ojos sentías la molestia de estar vivo, la carga de sonreír por que sí, cuando te ahogaba el vacío.

La bombilla

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El aliento escapaba de sus pulmones con violencia, y se incorporaba en inhalaciones cada vez más cortas. Las piernas tensas desgarraban el suelo en esa carrera desesperada; sentía que los viejos zapatos se desmoronaban en el esfuerzo. Las luces del callejón se iban apagando en efecto dominó, acelerándose y amenazándolo con dejarlo atrás en plena oscuridad. Al final de ese camino se encontraba la solución para su vida. El hombre de gabardina negra y sombrero alto le había prometido una gran fortuna si lograba llegar a encender la bombilla. Las condiciones eran no distraerse con lo que apareciera en el trayecto y ser más rápido que las luces que se fueran apagando. La oscuridad total era la derrota. Y allá estaba la bombilla, aun apagada, como el inverso de un faro al término del naufragio, guiándolo hacia un nuevo destino. Las apariciones ocurrían a los costados de su camino, como siluetas oscuras que le susurraban las verdades recónditas, las que sólo el sabía.

3:00 AM

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No acostumbro sugestionarme. Cuando tengo pesadillas, respiro hondo y abrazo la realidad como un refugio invaluable. Hoy no he tenido el lujo de la tranquilidad instantánea. La experiencia de sueño acaba de ser horrible, turbulenta, llena de ecos extraños. Y para colmo, miré al baño en penumbra. Juro sin temor a equivocarme que algo o alguien se asomaba en el umbral, volviendo a esconderse. Algo o alguien me miraba dormir, y fue la intensidad de esa mirada la que me ha despertado de golpe. Tuve una lucha interna para tratar de convencerme de que no era nada, pero... ¿para qué me engañaba? Estuve seguro de lo que vi. "¡Carajo!" pensé. Y sin ganas de dormir más, decidí echar un vistazo al reloj, pero este me mostró el instante exacto del cambio: 2:59 A.M.... 3:00 A.M. Por: Victor C. Frias ¡Muchas Gracias por Tus Lecturas!

Corrosivo

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-No voy a ponerle fármacos a mi hijo, doctor. Dejaría de ser él mismo. -Señora… sólo le diré que este niño está deprimido y que tendrá una pubertad insufrible si sigue así. Es indispensable empezar el tratamiento farmacológico. El Psiquiatra Armin Foster comprendió porqué lo había llamado la tía del niño. La madre era necia y arrogante. Recibió del psicólogo el expediente en la víspera, siendo indicados el lapso de seguimiento y la necesidad del tratamiento. Todo señalaba el comienzo meses atrás. Tomó la decisión de ayudar sin saber que se encontraría con uno de los casos más aterradores en su carrera. Beth, la hermana de la madre, le había recibido en casa y se encontraba entre ellos, observando el curso de la conversación, al acecho de algún indicio de violencia contra el visitante, para intervenir. Todo era por el sobrino, que necesitaba escapar de un hoyo de opresión y sobreprotección. Le apenaba la molestia que ese momento representaba para el Psiquiatra. -¿Y si

Los niños condenados

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"Otro suicidio. Sólo llegó a adulto joven. Desconéctenlo" dijo el pequeño científico. El cuerpo laxo y pálido del niño fue sacado de la cápsula, en la que llevaba dieciocho años durmiendo, con la mente insertada en la simulación. Hacía un siglo, en el mundo de la infancia interminable, donde nadie crecía ni envejecía, comenzó a haber episodios delictivos y de un desorden intolerable. Entre los más antiguos, la edad empezó a ser un símbolo de sabiduría y poder, y con ello el ejercicio de la justicia no se hizo esperar para mitigar la vacilación de esa sociedad. Habían sucedido crímenes brutales, primitivos, y una condena a la medida llegó oportuna. Los corrompidos serían encapsulados por años para vivir la desesperación de la mortalidad, en una vida de infancia, pubertad, adolescencia, edad adulta, vejez, decrepitud y muerte. Todo estando conectados a un simulador. Los que cometían fechorías menores, recibían condena hasta la edad adulta, y al cumplirla eran extraí

Dominante

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La Inspiración da los peores horrores. Es el discurso de la propia locura, el afán de trastornar la realidad. Es el deseo del inconsciente de someter al mundo. La inspiración es un monólogo ascendente cristalizándose, audible entre sueños. Se sabe que es ajeno. He ahí el peligro de disociarse en la negrura. Una noche me enfrenté con una inspiración abrumadora, con el murmullo insistente de otra faceta que había emergido en mi psique. Fue inevitable sucumbir. Era una fuerza secreta que actuaba, que se hacía notar. Sólo encontré una nota debajo de mi almohada, que llevaba escrita la declaración de su dominio cada vez mayor. Tenía un plan que mantenía lejos de mi conocimiento. En ese instante, al dar un trago de saliva para asimilar su invasión imparable, sentí una amargura diferente en mi garganta. Mi cuerpo estaba dejando de ser mío. Antes de que pudiera preguntarle quién era, porque ya era evidente que me habitaba como un pensamiento complejo, caí en la turbulenci