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Mostrando entradas de junio, 2019

Resurrección a medias

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Ella tenía una melancolía impulsora, una esperanza manchada de obstinación que no la dejaba vivir en paz. Y estuvo tan contenta cuando vio el cuerpo levantarse entre las velas ardientes. Se estremeció de gozo ante esa presencia renovada, y no le importó ver que el rostro se le cayera a pedazos. Se acercó a besarlo con la pasión de siempre, intacta ante el tiempo. Le arrancó por descuido un mechón de cabello. Sin embargo, ella se arrepentiría de haberlo exhumado: cuando lo quiso incorporar de nuevo a la sociedad, todos los hechiceros notaron que se quedaba postrado en el umbral de sus casas, paralizado, con su mirada ausente y putrefacta. Por: Victor C. Frías ¡Muchas Gracias por leer este MicroRelato! Espero te haya gustado y te estés preguntando qué más sucede. Recuerda visitar también mi página de Facebook y apoyarme con un Like para este material. Entra dando clic en la siguiente imagen:

Muñeca fugitiva

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El coleccionista de muñecas poseídas no podía verse más abochornado durante la exhibición: en medio del público, el magnate, en su rigor de padre complaciente, ofreció la enorme suma por la muñeca del vestido oscuro con encaje blanco. El expositor, dueño de aquella extensa colección, no tuvo más opción que desprenderse de ese juguete, una pieza invaluable por la entidad que la habitaba, que provocaba pesadillas dantescas y viajes astrales sin retorno. Sin embargo, tuvo que llamar a su clarividente de confianza, cuando volvió a casa y vio a la misma muñeca reposando sobre la estantería de cristal, desordenada. Iniciaron una sesión para saber qué sucedía. “Viene a esconderse. Está asustada” dijo la vidente. Por: Victor C. Frías ¡Muchas Gracias por leer este MicroRelato! Espero te haya gustado y te estés preguntando qué más sucede. Recuerda visitar también mi página de Facebook y apoyarme con un Like para este material. Puedes entrar haciend

Tantos pacientes

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Renuncié a mi cargo en la clínica y, sin lugar para lamentos, abandoné la vocación psiquiátrica. Esto porque mi curiosidad me llevó a los mismos confines de la locura. Una noche, envalentonado, reemplacé al último de mis superiores. Capaz pero ingenuo, desconocí los motivos de todos ellos para irse tan repentinamente, y entré para examinar a la recién llegada: una mujer trastornada a la que habían cubierto los ojos. “Sólo escúchela” recomendó la recepcionista. Cometí la errónea gentileza de quitarle la venda. Y al mirar aquellas pupilas, difusas y enérgicas, comprendí la lista tan larga de pacientes que me habían dado para la guardia. Todos estaban dentro del mismo cuerpo, desafiando mi autoridad y presentándose uno tras otro. Por: Victor C. Frías ¡Muchas Gracias por leer este MicroRelato! Espero te haya gustado y te estés preguntando qué más sucede. Recuerda visitar también mi página de Facebook y apoyarme con un Like para este material. Pue

Huésped etéreo

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La sombra desaparecía bajo el resplandor de los relámpagos, pero volvía para quedarse, agazapada en la penumbra. Observé su silueta… era conocida, más no pertenecía a nadie de mis allegados. Levantó un dedo índice para señalar los libros que yacían sobre la mesa, y caminó hacia ellos, para desintegrarse, como succionada por un vórtice entre las portadas. Se estremecieron las páginas, recibiendo a su etéreo huésped. Eran mis apuntes sobre la posible psicosis que me aquejaba. Cada vez que me sentía disociar, me ponía a nutrir ese manuscrito. Desde aquella noche ya despierto en paz, libre de aquellas voces perversas en mi cabeza. Por: Victor C. Frías ¡Muchas Gracias por leer este MicroRelato! Espero te haya gustado y te estés preguntando qué más sucede. Recuerda visitar también mi página de Facebook y apoyarme con un Like para este material. Puedes entrar haciendo clic en esta imagen:

Ansiedad eléctrica

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Confieso que por las noches siento una preocupación sombría: los interruptores de la casa podrían moverse. Y me pregunto cuántas veces se encienden y apagan las luces mientras duermo. En ocasiones me quedo despierto, inmóvil, aguardando a que ocurra, y me pongo a pensar en los dedos que oprimen, en la presencia postrada ante mi ansiedad… hasta que me consume el cansancio. Despierto con el horror de no haberlo resuelto, y el ciclo se repite. Por: Victor C. Frías ¡Muchas Gracias por leer este MicroRelato! Espero te haya gustado y te estés preguntando qué más sucede. Recuerda visitar también mi página de Facebook y apoyarme con un Like para este material. Puedes entrar con un clic en esta imagen:

Sangre por certeza

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El hombre hizo un corte sobre su mano y vertió la sangre para firmar el pacto. Suspiró esperanzado. La portentosa figura se irguió ante él, con un bufido sabor a azufre. Era tan oscura que sólo se distinguían sus cuernos. -Haz tu petición, escoria. Tu ambición más grande será escuchada y satisfecha. ¡Sorpréndeme con tu aspiración más miserable! … Y el hombre despertó al día siguiente, sabiendo todo, teniendo todo. En vista de que se sentía lo mismo, ahora estaba completamente seguro de querer morir. Por: Victor C. Frías ¡Muchas Gracias por leer este MicroRelato! Espero te haya gustado y te estés preguntando qué más sucede. Recuerda visitar también mi página de Facebook y apoyarme con un Like para este material Puedes entrar con un clic en esta imagen:

¡Pon más Relatos de Terror en tu Librero!

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EXPANDE LA EXPERIENCIA DEL TERROR AHORA CON MÁS RELATOS DE VICTOR C. FRIAS Título: Bucle de Trances Autor: Víctor Contreras Frías CONSÍGUELOS A TRAVÉS DE AMAZON --> PARA TU LIBRERO --> eBook SINOPSIS - Un anciano conserje se enfrenta a una habitación que le determina un espeluznante destino. - Los preparativos para una cena romántica adquieren un matiz enfermizo. - Un hombre libra una fatídica lucha contra las intenciones de su propio reflejo. - Un joven participa en la delirante búsqueda del responsable de una masacre en una clínica psiquiátrica.  - Un obsequio devuelto marca el comienzo de un inquietante ataque paranormal. - Dos niños se percatan demasiado tarde de que han despertado a un ente que viaja en el tiempo para causar estragos. - Un joven responde a un llamado anónimo que le lleva a recordar sus viscerales y mortales frustraciones. Título: Las entidades acechantes Autor: Victor Contreras Frias

Los ojos de Emily

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El día que la pequeña Emily desapareció, sus amiguitos de la aldea corrieron aterrados hasta los padres. Les dijeron que se había esfumado mientras jugaba con ellos. Que Roger tampoco estaba. Que talvez la había acompañado. La exhaustiva búsqueda, que no rindió frutos, llevó a la madre desesperada a llorar por su hijita, a la habitación infantil. Se rodeó con los juguetes y peluches, impregnados del perfume inocente y de su amor. No tardó la mujer en percatarse de una compañía extraña, que sentía con ella en la cama. Había una mirada potente sobre la almohada, que le dio escalofríos. En medio de la ausencia, una muñeca dirigía sus ojitos hacia ella. Tuvo que salir de espaldas para no sentirse perseguida. Llamó al marido, y entre los dos sellaron con cinta adhesiva aquellos ojos de plástico pintados que, si bien parecían inertes, les habían inquietado bastante. “Era una mirada indescriptible. Esa muñeca quería darme una orden que no comprendí. Llegué al grado de sentir la

Sueños abismales

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Hace dos noches soñé que estaba en el jardín de mi casa. Que no me movía, sólo me miraba en el cristal de la ventana, pálido bajo la luz de la luna. Reconocía mis facciones en la transparencia, con una sombría ausencia de expresión, que me estremeció   tanto que empecé a hacerme preguntas: ¿a qué hora había salido de la cama para quedar ahí, en el fresco silencio nocturno? y ¿porqué no había oído el sonido de las cerraduras abriéndose mientras salía? Sentía el pasto húmedo envolviendo mis pies, y el petricor reciente en el aire, acudiendo a deleitar mi suspiro. Debía volver, no sin antes echar un vistazo al interior, por impulso. Apoyé una mano en el vidrio y entrecerré los ojos para distinguir las formas oscuras en mi habitación. Ahí estaba mi cuerpo durmiendo, un bulto quieto y despreocupado. Los libros sobre fisicoquímica descansaban sobre el buró, bajo la pantalla de la lámpara. Recuerdo no haber sentido una emoción en particular, hasta que escuché un susurro que provenía de

Vencer al inframundo

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Durante la mañana me habían dado el alta. Me encontraba empacando mis pertenencias cuando el anciano Henry despertó, luego de un sueño profundo, inducido por una fuerte carga de sedante. Gemía desesperado, sufría como nadie podía imaginar. Como gesto final, antes de irme y no volver a verlo, me pareció justo acompañarlo y darle consuelo. Según el otro compañero del cuarto, un hombre de cincuenta y tres años que se había marchado el día anterior, el viejo llevaba meses en esa cama, sin recuperarse. Me decía que las enfermeras le compadecieron al principio, pero no tardaron en hartarse de sus alucinaciones, de sus episodios de clarividencia que resultaban vergonzosos. Que ya nadie hablaba con él para no enfrentarse con algo indeseable. Acerqué una silla al costado de su lecho, al fondo de la habitación, y le acaricié la cabeza, acomodando la transparencia de sus canas escasas. Su mirada, lejana y pálida, escrutaba el entorno; tenía un afán exagerado de protegerse de un factor m