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Mostrando entradas de 2019

A la hora del té

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El anciano se detuvo al umbral de la habitación; cargaba la bandeja con las tazas, el agua hervida y los terrones de azúcar. Ya sin miedo, quedó maravillado ante la visión. La encontró sentada y mirando por la ventana, pensativa, como el silente diálogo con su reflejo. Su pose distinguida delataba una respiración difícil; suspiraba a veces. La blancura de las nieves de fuera hacía más pálidas sus facciones. Como de costumbre, él deseaba que ya no se quedara absorta y desapareciera sin más. Más allá de contemplarla, él quería estar con ella, cruzar miradas, compartir el té y conversar. Pero no se podía; era una habitante de su vivienda desde siempre, que se esfumaba como vapor. Harto de aquella melancólica indiferencia, el viejo se acercó para llamar su atención. La vio girar la cabeza hacia él, con rapidez inhumana que le sobresaltó. Ese rostro inerte se quedó fijo. El cuerpo fantasmal, ataviado con ropas de antaño, escapó disolviéndose   en el aire del recinto. Ahora restab

Preámbulo del exterminio

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La joven caminaba deprisa por las estrechas calles, desorientada y ansiosa, hasta que se encontró con un hombre encapuchado, el único que no se metía a casa para evadir la lluvia. La invitó a pasar, para secarse y tomar calor. Ella no tenía otra opción que confiar. Dentro, junto a la hoguera, el hombre le ofreció una taza con infusión. Tenía un aroma peculiar. Cuando ella estaba dispuesta a dar un trago, una sombra puntiaguda y ágil se la arrebató. La taza cayó y la cerámica quedó dispersa con agudo estruendo. Llegó ante ella el hombre, con una escopeta cargada. Le ordenó que se desnudara, mirándole a los ojos. Y cuando ella desabrochó su blusa, sucedió. Ocho largas y delgadas sombras emergieron de su espalda, articuladas como extremidades. Tan rápido ocurrió la mutilación que el cuerpo del hombre quedó hecho añicos en un instante. Ella sintió al parásito recobrando la memoria, en su interior. La plaga tomaba más fuerza. Por: Victor C. Frias ¡Mu

Mundo paralelo

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Escuchó primero el murmullo de pisadas suaves… provenía del pasillo, y se acercaba. Nervioso, se refugió debajo de las sábanas, rogando por que no fuera el anciano de la toga. La puerta se abrió al delicado giro de la manija. Él optó por levantarse de la cama y ser valiente, para descubrir qué había detrás, que se alejaba hacia la sala como una silueta pálida. El camino lo habían trazado pasos de una mujer con los pies mojados. Y la encontró frente al gran disco luminoso de la pared, absorta. Ya la había visto antes, en los viajes de su imaginación… o talvez la había soñado. Era la protagonista de sus dibujos, que llegaba para decirle que existía.   Por: Victor C. Frias ¡Muchas Gracias por leer este MicroRelato! Espero te haya gustado y te estés preguntando qué más sucede. Recuerda visitar también mi página de Facebook y apoyarme con un Like para este material. (Haz clic en la imagen)

Influencia maligna

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El policía estaba convencido de que aquella mujer era especial; tanto que le cambiaba el semblante al verla en cada escena del crimen, paseando, por casualidad. Llegó a verla en la dulce ensoñación, en los comienzos de semana en que las tragedias estaban a la orden del día. Le causaba un pueril sonrojo saber que ella le veía en acción y saludaba. “Ella, siempre tan oportuna para alegrar el día” pensaba el policía. Pero tal fue su sorpresa cuando la vio tendida en la camilla, estremeciéndose y fuera de sí, señalado hacia la acera. Una figura idéntica a ella, con su atuendo de costumbre, estaba quieta, rodeada de gatos callejeros. Un rojo rubí le inundaba los ojos. Seguía presumiendo su influencia maligna. Él, sin remedio, la reconoció mejor que a la afectada. Por: Victor C. Frias ¡Muchas Gracias por leer este MicroRelato! Espero te haya gustado y te estés preguntando qué más sucede. Recuerda visitar también mi página de Facebook y apoyarme con un

Luz y sombra

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Hay veces que sombra y luz son aliadas y nos completan. Otras, combaten hasta vencer nuestra esencia inseparable. Por eso dicen que estoy muerto en vida. Mi propósito se ha desvanecido con los años porque mi luz se ha marchado con él. Se ausenta por temporadas, y regresa para asomarse entre los rígidos barrotes de la celda. Lloro, hincado contra el catre por una desgracia incomprensible. Esa luz tiende a mofarse de que me marchito en las tinieblas. Sólo es una arrogancia que me agrede y me doblega. Mi sombra y yo jamás seriamos libres… así que decidimos partir juntos. Por: Victor C. Frias ¡Muchas Gracias por leer este MicroRelato! Espero te haya gustado y te estés preguntando qué más sucede. Recuerda visitar también mi página de Facebook y apoyarme con un Like para este material. (Haz clic en la imagen)

Seguridad ante todo

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Las dos siluetas negras pintadas en la fachada de aquella casa eran suficientes. Todo intruso desequilibrado o delincuente acababa llorando, en posición fetal, ante la puerta de la entrada; listo para entregarse a las autoridades. Dicen quienes han tenido amistad con la dueña que aquellas sombras de pintura acrílica son sus guardianes. Que no tiene timbre... las entidades le avisan cuando hay visitas, y ella decide si les da permiso de alimentarse. Por: Victor C. Frias ¡Muchas gracias por leer este MicroRelato! Espero te haya gustado y te estés preguntando qué más sucede. Recuerda también visitar mi página de Facebook y apoyarme con un Like para este material. Entra dando clic en la siguiente imagen:

Resurrección a medias

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Ella tenía una melancolía impulsora, una esperanza manchada de obstinación que no la dejaba vivir en paz. Y estuvo tan contenta cuando vio el cuerpo levantarse entre las velas ardientes. Se estremeció de gozo ante esa presencia renovada, y no le importó ver que el rostro se le cayera a pedazos. Se acercó a besarlo con la pasión de siempre, intacta ante el tiempo. Le arrancó por descuido un mechón de cabello. Sin embargo, ella se arrepentiría de haberlo exhumado: cuando lo quiso incorporar de nuevo a la sociedad, todos los hechiceros notaron que se quedaba postrado en el umbral de sus casas, paralizado, con su mirada ausente y putrefacta. Por: Victor C. Frías ¡Muchas Gracias por leer este MicroRelato! Espero te haya gustado y te estés preguntando qué más sucede. Recuerda visitar también mi página de Facebook y apoyarme con un Like para este material. Entra dando clic en la siguiente imagen:

Muñeca fugitiva

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El coleccionista de muñecas poseídas no podía verse más abochornado durante la exhibición: en medio del público, el magnate, en su rigor de padre complaciente, ofreció la enorme suma por la muñeca del vestido oscuro con encaje blanco. El expositor, dueño de aquella extensa colección, no tuvo más opción que desprenderse de ese juguete, una pieza invaluable por la entidad que la habitaba, que provocaba pesadillas dantescas y viajes astrales sin retorno. Sin embargo, tuvo que llamar a su clarividente de confianza, cuando volvió a casa y vio a la misma muñeca reposando sobre la estantería de cristal, desordenada. Iniciaron una sesión para saber qué sucedía. “Viene a esconderse. Está asustada” dijo la vidente. Por: Victor C. Frías ¡Muchas Gracias por leer este MicroRelato! Espero te haya gustado y te estés preguntando qué más sucede. Recuerda visitar también mi página de Facebook y apoyarme con un Like para este material. Puedes entrar haciend

Tantos pacientes

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Renuncié a mi cargo en la clínica y, sin lugar para lamentos, abandoné la vocación psiquiátrica. Esto porque mi curiosidad me llevó a los mismos confines de la locura. Una noche, envalentonado, reemplacé al último de mis superiores. Capaz pero ingenuo, desconocí los motivos de todos ellos para irse tan repentinamente, y entré para examinar a la recién llegada: una mujer trastornada a la que habían cubierto los ojos. “Sólo escúchela” recomendó la recepcionista. Cometí la errónea gentileza de quitarle la venda. Y al mirar aquellas pupilas, difusas y enérgicas, comprendí la lista tan larga de pacientes que me habían dado para la guardia. Todos estaban dentro del mismo cuerpo, desafiando mi autoridad y presentándose uno tras otro. Por: Victor C. Frías ¡Muchas Gracias por leer este MicroRelato! Espero te haya gustado y te estés preguntando qué más sucede. Recuerda visitar también mi página de Facebook y apoyarme con un Like para este material. Pue

Huésped etéreo

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La sombra desaparecía bajo el resplandor de los relámpagos, pero volvía para quedarse, agazapada en la penumbra. Observé su silueta… era conocida, más no pertenecía a nadie de mis allegados. Levantó un dedo índice para señalar los libros que yacían sobre la mesa, y caminó hacia ellos, para desintegrarse, como succionada por un vórtice entre las portadas. Se estremecieron las páginas, recibiendo a su etéreo huésped. Eran mis apuntes sobre la posible psicosis que me aquejaba. Cada vez que me sentía disociar, me ponía a nutrir ese manuscrito. Desde aquella noche ya despierto en paz, libre de aquellas voces perversas en mi cabeza. Por: Victor C. Frías ¡Muchas Gracias por leer este MicroRelato! Espero te haya gustado y te estés preguntando qué más sucede. Recuerda visitar también mi página de Facebook y apoyarme con un Like para este material. Puedes entrar haciendo clic en esta imagen:

Ansiedad eléctrica

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Confieso que por las noches siento una preocupación sombría: los interruptores de la casa podrían moverse. Y me pregunto cuántas veces se encienden y apagan las luces mientras duermo. En ocasiones me quedo despierto, inmóvil, aguardando a que ocurra, y me pongo a pensar en los dedos que oprimen, en la presencia postrada ante mi ansiedad… hasta que me consume el cansancio. Despierto con el horror de no haberlo resuelto, y el ciclo se repite. Por: Victor C. Frías ¡Muchas Gracias por leer este MicroRelato! Espero te haya gustado y te estés preguntando qué más sucede. Recuerda visitar también mi página de Facebook y apoyarme con un Like para este material. Puedes entrar con un clic en esta imagen:

Sangre por certeza

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El hombre hizo un corte sobre su mano y vertió la sangre para firmar el pacto. Suspiró esperanzado. La portentosa figura se irguió ante él, con un bufido sabor a azufre. Era tan oscura que sólo se distinguían sus cuernos. -Haz tu petición, escoria. Tu ambición más grande será escuchada y satisfecha. ¡Sorpréndeme con tu aspiración más miserable! … Y el hombre despertó al día siguiente, sabiendo todo, teniendo todo. En vista de que se sentía lo mismo, ahora estaba completamente seguro de querer morir. Por: Victor C. Frías ¡Muchas Gracias por leer este MicroRelato! Espero te haya gustado y te estés preguntando qué más sucede. Recuerda visitar también mi página de Facebook y apoyarme con un Like para este material Puedes entrar con un clic en esta imagen:

¡Pon más Relatos de Terror en tu Librero!

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EXPANDE LA EXPERIENCIA DEL TERROR AHORA CON MÁS RELATOS DE VICTOR C. FRIAS Título: Bucle de Trances Autor: Víctor Contreras Frías CONSÍGUELOS A TRAVÉS DE AMAZON --> PARA TU LIBRERO --> eBook SINOPSIS - Un anciano conserje se enfrenta a una habitación que le determina un espeluznante destino. - Los preparativos para una cena romántica adquieren un matiz enfermizo. - Un hombre libra una fatídica lucha contra las intenciones de su propio reflejo. - Un joven participa en la delirante búsqueda del responsable de una masacre en una clínica psiquiátrica.  - Un obsequio devuelto marca el comienzo de un inquietante ataque paranormal. - Dos niños se percatan demasiado tarde de que han despertado a un ente que viaja en el tiempo para causar estragos. - Un joven responde a un llamado anónimo que le lleva a recordar sus viscerales y mortales frustraciones. Título: Las entidades acechantes Autor: Victor Contreras Frias

Los ojos de Emily

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El día que la pequeña Emily desapareció, sus amiguitos de la aldea corrieron aterrados hasta los padres. Les dijeron que se había esfumado mientras jugaba con ellos. Que Roger tampoco estaba. Que talvez la había acompañado. La exhaustiva búsqueda, que no rindió frutos, llevó a la madre desesperada a llorar por su hijita, a la habitación infantil. Se rodeó con los juguetes y peluches, impregnados del perfume inocente y de su amor. No tardó la mujer en percatarse de una compañía extraña, que sentía con ella en la cama. Había una mirada potente sobre la almohada, que le dio escalofríos. En medio de la ausencia, una muñeca dirigía sus ojitos hacia ella. Tuvo que salir de espaldas para no sentirse perseguida. Llamó al marido, y entre los dos sellaron con cinta adhesiva aquellos ojos de plástico pintados que, si bien parecían inertes, les habían inquietado bastante. “Era una mirada indescriptible. Esa muñeca quería darme una orden que no comprendí. Llegué al grado de sentir la

Sueños abismales

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Hace dos noches soñé que estaba en el jardín de mi casa. Que no me movía, sólo me miraba en el cristal de la ventana, pálido bajo la luz de la luna. Reconocía mis facciones en la transparencia, con una sombría ausencia de expresión, que me estremeció   tanto que empecé a hacerme preguntas: ¿a qué hora había salido de la cama para quedar ahí, en el fresco silencio nocturno? y ¿porqué no había oído el sonido de las cerraduras abriéndose mientras salía? Sentía el pasto húmedo envolviendo mis pies, y el petricor reciente en el aire, acudiendo a deleitar mi suspiro. Debía volver, no sin antes echar un vistazo al interior, por impulso. Apoyé una mano en el vidrio y entrecerré los ojos para distinguir las formas oscuras en mi habitación. Ahí estaba mi cuerpo durmiendo, un bulto quieto y despreocupado. Los libros sobre fisicoquímica descansaban sobre el buró, bajo la pantalla de la lámpara. Recuerdo no haber sentido una emoción en particular, hasta que escuché un susurro que provenía de

Vencer al inframundo

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Durante la mañana me habían dado el alta. Me encontraba empacando mis pertenencias cuando el anciano Henry despertó, luego de un sueño profundo, inducido por una fuerte carga de sedante. Gemía desesperado, sufría como nadie podía imaginar. Como gesto final, antes de irme y no volver a verlo, me pareció justo acompañarlo y darle consuelo. Según el otro compañero del cuarto, un hombre de cincuenta y tres años que se había marchado el día anterior, el viejo llevaba meses en esa cama, sin recuperarse. Me decía que las enfermeras le compadecieron al principio, pero no tardaron en hartarse de sus alucinaciones, de sus episodios de clarividencia que resultaban vergonzosos. Que ya nadie hablaba con él para no enfrentarse con algo indeseable. Acerqué una silla al costado de su lecho, al fondo de la habitación, y le acaricié la cabeza, acomodando la transparencia de sus canas escasas. Su mirada, lejana y pálida, escrutaba el entorno; tenía un afán exagerado de protegerse de un factor m

La última visión de Oliver

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Cuando retiré la manta del escuálido cuerpo, noté su mirada de espanto extremo, incesante. Había sido una muerte rápida y terrible, producto de una fuerte impresión. Seguro vio algo: se percibe en la abertura de los ojos, en el iris totalmente expuesto. Le di la espalda para preparar el trabajo y me sobresaltó un ruido súbito. Me encontré con el cadáver convulso, sus pieles pálidas se agitaban y aplaudían contra el piso del laboratorio, con un vigor que se fue apagando poco a poco, hasta el silencio total. Después de aquellos temblores, que gran susto me clavaron en el pecho, examiné la posición en la que había quedado el cuerpo: boca abajo, con el brazo izquierdo extendido. Supuse que en sus últimos momentos pretendía una maniobra que todos hacemos: la de girar sobre la cama para alcanzar algo a nuestra derecha. Se había ido proponiéndoselo y sin poder ejecutarla: a tal grado le había paralizado el terror. Con afán de cerrar el caso con información concluyente, llamé a casa

La mitad benévola

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El orbe azul se extravió y dejó de guiarla a través del tiempo. Ella supo entonces que le restaba un último viaje. Estoica y testaruda, eligió el destino inequívoco: el origen insondable… donde la Nada reposaba, intacta y pacífica. Y ahí estaba por fin, erguida sobre un suelo nulo, desplazándose sin saber qué buscar ni qué hacer para cumplir su misión. Le envolvieron la ingravidez y una ausencia arrolladora. Se lo reiteraba: se quedaría ahí, costara lo que costara, para impedir en el momento justo el nacimiento del mal. Tuvo una sensación similar a la de haber esperado una eternidad, un tiempo difícilmente discernible, si acaso existía el tiempo… y lo vio. El orbe había aparecido en la lejanía, como simulacro de un amanecer, y ella pudo vislumbrarlo, maravillada. Sin embargo, se percató de que era sostenido por una mano, escuálida y con venas dilatadas. Había una anciana extraña sentada entre lo invisible, ataviada con una túnica humeante, sin expresión en los pliegues de

El espectro de la soledad

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Tras haber leído la serie de dulces halagos, ella entornó los ojos, al encontrarse ante una frase delatora. “Te he visto en la tina, Lorraine… qué delicia” Se ruborizó. Sin embargo, atrapada en la tentación de esas letras fantasmales, decidió dejarse llevar por las páginas del diario. Era indudable… él estaba vivo, y le hablaba desde un sitio desconocido, con una intensidad que le estremecía como un suspiro en el oído. Le decía: “He sido testigo de tu humedad hastiada; del torrente de deseos que te recorre hasta la recóndita intimidad. He estado ante ti, viendo cómo oprimes los párpados y te recluyes en ti misma, en busca de la culminación. Te he notado aburrida y ansiosa. Juegas una carrera contra el placer, en la que tú le persigues, incansable. Las pocas veces que ganas, no pescas un resfriado; sales vestida y realizada, con tus sueños en las manos”. Lorraine lloró por un momento, en la exposición de su verdad más profunda. Sus pulmones no lograron al p