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Mostrando entradas de marzo, 2018

Posesión

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Ella me teme. Desde el inconsciente sabe que estoy aquí, postrado ante su cama. Se estremece y recoge las piernas bajo las sábanas. La silueta encorvada se aferra a la almohada y a un ensueño protector. Su respiración es profunda pero desesperada. Le incomoda la mirada con que la toco. La falta de luz no logra ocultarme, porque mi intención es aun más oscura: quiero poseerla.  Me juzgará eternamente la existencia, pero no me importa. ¿Qué relevancia tendrá después mi torso escamoso y estas patas de sátiro, cuando ella sepa lo tanto que la deseo? Quiero poseerla. No como una entidad demoníaca; poseerla tiernamente, convivir ambos en su pensamiento, saborear el mismo aliento. No... es demasiada tentación para mí. Esa tentación... la conozco. Ejerce un poder intimidante sobre mi voluntad. Es probable que esta sea otra región del infierno de donde creí escapar. Me voy...  "El demonio entró al armario de nuevo, y éste ardió en llamas por dentro".

El retrato de la Srita. Darling

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Enmarcada en áureo lujo, la imagen de la señorita Darling, de dieciséis años, conquistaba a los visitantes de alcurnia. El gran salón tenía un aura transformadora para quienes pisaban dentro. Era quizá por la intensa mirada de la joven, inmortalizada al óleo por un ilustre pintor. Tenía un poder que se extendía hasta los ventanales. Les dejaba maravillados esa vibrante cabellera, cobriza y ondulada, que caía suave en el sobresaliente busto. Un vestido verde esmeralda decoraba su feminidad. Era apremiante tener su presencia cerca, disfrutar de su hermosa juventud, conocer la voz que fluía entre esos labios seductores, la elocuencia que inspiraba ese gesto latente que tan bien plasmaba el óleo. Y las visitas se retiraban para no volver, sumidas en la melancolía y el horror, al enterarse de que la pintura extraordinaria era una obra post-mortem. ¿Cómo habrá sido en vida, si así ya irradiaba tal grandeza? Los más fuertes visitaron la cripta, acompañados de los padr

Despertares

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Desde que me recosté a dormitar la ultima vez, no he vuelto a despertar en mi cama. Una mañana, una confortable hamaca me arrullaba en su vaivén, y una brisa de playa volvió a adormecerme. La siguiente vez, una humilde choza que recibía el sol de mediodía me rodeaba. Silbaban las montañas circundantes. El catre era incómodo, pero logró atraparme en un nuevo ensueño. Los aromas de un jardín prodigioso envolvieron mis suspiros en un atardecer de frescura mediterránea. Inevitable sucumbir; me venció la somnolencia en turno. La noción del tiempo y de quién era yo desapareció. En ese viaje misterioso descubrí la tendencia, ese proceso de abrir los ojos en cada vida diferente. El siguiente fue un sitio estrecho y oscuro. Estaba recostado y con las manos entrelazadas sobre mi abdomen. Era difícil respirar. Humedad y tierra mojada eran los posibles aromas del exterior. Opté por sumergirme en el sueño para colocarme en una realidad posterior. Mi refugio era dormir para tran

La demencia de Darya

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Su mente fue la más peligrosa en la historia de la clínica; era capaz de hacer realidad lo que ella imaginaba.  Tras haber tenido una infancia saturada por la crueldad de las sugestiones, su desconfianza de la realidad era constante, y antes del Diagnóstico fatídico ya todo estaba perdido. Escapó entre los restos del muro, montada sobre su unicornio de peluche, animado por las carnes de los demonios que la habían convencido de ser reales. Por: Victor C. Frías Espero hayas Disfrutado esta breve Lectura, te invito a leer muchos más MicroRelatos, igual de amigables con tu tiempo y que ya te están esperando: Banquete en la cripta La abominable fobia En el fondo del pozo Fisura Instructivo Recuerda Compartir los Relatos que más te gusten en tus Redes Sociales, ¡tus Amistades Lectoras te lo agradecerán! Y Yo también ;)

La cámara anecoica

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Me quedé encerrado en una cámara anecoica. El silencio tuvo una entrada estrepitosa. Sentí el sonido de mis organos internos invadiendo mi entorno, sin escapatoria para mis oídos. Un vértigo súbito me trajo innumerables voces. Voces profundas que se volvían gritos de multitud. Discutían.  El aislamiento las trajo a mí como un evento más intenso, y las alucinaciones se volvieron visuales.  Tres sombras se condensaron en el recinto. Tenían máscaras difusas, cambiantes. Fui testigo de su interacción desconocida. Sentí el peligro evolucionar en sus gesticulaciones. Supe que hablaban de mí; fue un conocimiento instintivo. Me quedé paralizado como intruso de su privacidad.  Estaba expectante y sudoroso. Supe de su conversación. Era una conspiración tan incomprensible que trataba de una destrucción colosal. Como humano, nunca estuve consciente de la inmensidad de la creación, pero con la magnitud que le daban esas voces, me invadió la justa desesperanza.  Quise gr

La abominable fobia

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Quién lo viera llegar a tal extremo... el de querer sellar cada resquicio de su cuerpo bebiendo sin detenerse una cubeta entera de yeso; ahora nos arrepentimos, con pavor, de haber subestimado su situación. Había sido un adolescente con ansiedades ordinarias, pero un día despertó en él una aversión agresiva hacia el vacío. "Por supuesto que aquí, donde vives, el vacío es casi inexistente. Imagínalo saturado de aire, esa es la realidad" le decíamos. Le enojaba contemplar los espacios entre sus dedos, la cavidad de su ombligo, sus fosas nasales; el sitio libre al final de los libros de la biblioteca, el vaso con leche a medio llenar. La tarde en que lo castigamos había sacado toda la ropa de los armarios y con ella quiso llenar el cuarto, quedando inmerso en ella, perdido y casi asfixiado, pero constituyendo una unidad entera, sin huecos. Observamos la intensidad del color del yeso en todo su cuerpo. Tenía superficies suaves y frías. Y cuando quisimos despl

Querido Diario...

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La joven quiso tomar el bolígrafo, pero éste ya era inamovible. Se escurría entre sus manos y ni soplar podía para desplazarlo. "Siempre pensé que llevar un Diario servía para relatar los días de la Vida. Pero estuve equivocada; la tinta siempre habla de Agonía, de una cuenta regresiva que puede durar tantos años hasta volverse insoportable... o hasta que una despierte a la Vida verdadera, en la que vibra el alma, no el corazón... en la que fluye la eternidad y no la sangre... en la que se es feliz por naturaleza, y no por una dudosa entereza". Victor C. Frias Espero hayas Disfrutado de este MicroRelato, ¡Agradezco Mucho Tus Lecturas!

El viajero

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Él sabía que el don lo había elegido con un propósito. En uno de sus viajes astrales, se encontró con esa alma desgastada, fugitiva del olvido. No era como todas las que penaban... llevaba la carga de un quebranto que atraía... que era incluso dulce. Ambos se desplazaron al encuentro, y los vacíos de sus miradas coincidieron hasta anularse y reconstruirlos. Ella empezó a recordar; a configurarse como cuando estaba viva. Por fin tenía algo más en el pensamiento, y no sólo ese momento de morir pacientemente, en la expectativa de encontrar el complemento para su corazón. "Al fin, después de ocho siglos, aquí estás conmigo, mi alma gemela, para curar estos fragmentos que palpitan en mi pecho. Siempre juré no desesperar, pero mi humanidad fue frágil, y usar el veneno de aquella serpiente hizo mucho más que aletargarme" su voz era exquisita, balance entre tiernos agudos y sensuales graves. "Ocho siglos... ¡es demasiado tiempo!" "Sobre todo cuando

3000 años

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Cumplí la promesa de mostrar al abuelo mi Titulo Profesional de Arqueólogo. Orgulloso, se levantó del sofá profiriendo un bufido doliente, de decrepitud. Su andar ansioso y descuidado me provocó auxiliarlo. El atiborrado estudio era el destino. Después de abrir cinco cerraduras ridículamente grandes, accedimos, y me indicó que me sentara frente a su escritorio, cubierto por una gruesa capa de polvo. Se agachó a duras penas para extraer una caja metálica clausurada con una cadena. Me sorprendí por la firmeza de sus manos, que sin vacilar las retiraron. Jadeando, finalmente me entregó un libro recubierto en cuero, con esquinas áureas. Olía terrible, y al abrirlo, noté sus páginas decadentes y manchadas de un marrón de putrefacción. Sin embargo, la tinta tenía una claridad extraordinaria. Al final, había un mapa reciente, trazado a mano. - Su antigüedad es de 3000 años. Estuvo resguardado en una biblioteca que fue incendiada hace un milenio. Sobrevivió y yo lo encontré.

Invocación

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- ¿Escuchas, Kyle? -Gwen se levanta alarmada del sofá, para salir a la calle. -Tuvimos razón... sólo era cuestión de tiempo -repuso el hermano, asombrado por la visión que estaban teniendo. Subiendo la colina más alta, estaban las instalaciones del Hospital Psiquiátrico. En pleno atardecer, un círculo oscuro se trazaba alrededor de ellas, y crecía abordando sus jardines, y después la colina entera, dejando una precoz penumbra. Cuando el menor de los tres hermanos, Noel, empezó con los experimentos que provocaban estruendos inexplicables en el interior de su habitación, Kyle y Gwen decidieron que algún día debían alejarlo a la fuerza, por el bien de todos. Y así fue. Hacía algunas noches habían llamado en secreto al personal del Hospital, para que se llevaran a Noel, con todo y sus ominosas pertenencias. Durante la captura del hermano menor, se informó de la inusual negrura de la habitación, y de la dificultad para encontrarlo, pues la oscuridad era neblinosa e impe

En el fondo del pozo

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-Dónde lo consiguieron? -pregunta Gustavo. Hay un cuerpo tendido en la plancha, envuelto en bolsas de polietileno negras. Cadenas le oprimen los puños contra el pecho, y le unen las piernas como cola de sirena.  -La Tía Florencia, la del pueblo en medio de la nada, falleció y escudriñamos su propiedad para repartirnos las posesiones. Escuchamos sonidos procedentes del pozo. Lo encontramos hasta el fondo.  La luz del laboratorio era amarillenta y tenue. Un vaho de Formaldehído anegaba la intriga del hallazgo. - Aberrante sepulcro. Y me sorprende la diligencia de las ataduras. Es un cuerpo pequeño -repuso Gustavo, recurriendo a pinzas industriales para vencer las cadenas. La rigidez del cuerpo se conservó tras liberarlo. Pudo haber llevado en ese pozo unos cuarenta años. Y las expresiones de ambos tuvieron una variación violenta: de abatimiento al observar que era una niña; de asombro por su conservación impecable y ausencia de marcas, y de pavor cuando los colmi

Fisura

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Lo despertó el golpe en la puerta del closet. Otra vez el fenómeno Poltergeist se divertía desordenando su sala. Escuchaba las llaves caer, los cuadros agitarse, los jarrones arrastrarse.  Caminó con somnolencia para descubrir finalmente que la situación seguía una tendencia: un extraño centro de gravedad atraía los objetos hacia la mitad de la sala. Para colmo, estos empezaron a desaparecer, como en un vortice invisible, en una fisura dimensional. Por un arranque de curiosidad, extendió una pierna para ver qué influencia ejercía el fenómeno en ella. Sólo sintió una agresiva fuerza que lo hizo caer, golpeándose la frente en el piso de la sala. Al ver que no tuvo más resultados, decidió volver a la cama. Un bulto con su propio rostro dormitaba en su lecho, con respiración apacible. "¡Imposible!", pensó. Al ver que aquél despertaba, quiso refugiarse en el closet... pero ya había alguien dentro. Por: Victor C. Frias Espero hayas disfrutado

Hallazgo

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Cuando el individuo H-204A encontró el artículo, tuvo que ser internado por una irremediable locura. En ese futuro, donde el conocimiento es colocado genéticamente, el Laboratorio declaró como Peligroso el artículo, que saturaba la mente de quien le ponía los ojos encima: un Libro. Victor C. Frias

La sonrisa de Esperanza

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La madre superiora limpió exasperada la boca llena de lodo de la pupila Esperanza. La pequeña le presumió la experiencia de su primer beso, con el niño de uñas largas, el que se asomaba desde la rejilla de la cisterna. Victor C. Frias Espero hayas Disfrutado de este MicroRelato, ¡Agradezco Mucho Tus Lecturas!

Instructivo

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Fue un grave error apagar las luces antes y continuar ante el escritorio. Está claro que tienes un ritual para ir a la cama, y debes seguirlo tal cual cuando ya está establecido y asentado como un hábito de tu inconsciente. Salir de esa rutina es un acto peligroso que desafía a ciertas fuerzas ocultas. Evita a toda costa desviar la vista; mantenla al frente. Conserva la calma, pues podrás percatarte de su presencia en tu punto ciego. Si escuchas los resortes del colchón comprimiéndose con un rechinido, ignóralos por tu bien. No voltees, hay que insistir en ello. Puede que te disguste lo que encuentres. Levántate de la butaca sin hacer tanto ruido, y alcanza el interruptor eléctrico. Mirada al frente, y... ¡NO!, ¡Sabías que con cuidado! La oscuridad te ha impedido percatarte del mueble y te has golpeado. Controla tu respiración. Lo has despertado. Quédate inmóvil. Por lo que más quieras, y por más que escuches los resortes en movimiento, ignóralo y sigue

Paredes

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Siempre se ha dicho que, en una unidad habitacional, todos se mantienen al tanto de la privacidad ajena porque "las paredes son muy delgadas". Tal afirmación dejó de convencerme cuando, una noche, vi a aquella anciana huesuda apoyada contra una pared, con los ojos bien abiertos. Su oreja fantasmal, atenta, no se separaba del murmullo casi imperceptible del departamento siguiente.  Ella se disolvió en la penumbra, para dejar como vestigio un susurro que me dio una revelación horrorosa: "Ellos callaron. Ahora penden de una cuerda". Por: Victor C. Frias Espero hayas Disfrutado de este Relato, ¡Agradezco Mucho Tus Lecturas!

Jefe Anónimo

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Cuando su vida llegó al punto más miserable y ya no tenía nada qué perder, Eustace decidió tomar la oportunidad que llegó de improviso. Se trataba de un volante que se había estampado contra su cara durante una de aquellas caminatas sin propósito.  "Gana lo que deseas cumpliendo sencillas tareas. Requisito: tienes que estar dispuesto a todo" decía el papel. Un sonido de forcejeo le distrajo. Dos jóvenes se agarraban a golpes en un callejón. Caminó despacio para atestiguar finalmente que uno había muerto en la golpiza. El ganador se levantó, paranoico, guardando los puños sangrantes en los bolsillos de su chamarra. Se preguntó vagamente de dónde provenía el volante, y así se percató de infinidad de copias pegadas a los postes de luz con cinta para empaque. El volante contenía un número telefónico local, al que de inmediato llamó. Le respondió una voz electrónica, dándole la primera instrucción. Debía encerrarse en su departamento, sentarse en el cen

Las tres chicas en pijama

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Las tres chicas en pijama fueron lanzadas a los extremos del cuarto por una fuerza descomunal, invisible. Por suerte, ninguna tenía a sus espaldas la ventana. Se pudo haber salido volando al jardín. Se incorporaron con codos y rodillas lastimados, y al no poder huir de inmediato, decidieron ser cautelosas. Con cabelleras enmarañadas, se miraron entre sí. Se despejaron las caras, con pupilas en un estado de alerta bestial... una de ellas debía estar poseída. Era apremiante descubrir quién, para cerrar la sesión en la tabla ouija como se requería. Las miradas acechantes continuaban, tensas y sudorosas. Para resolver el problema, una pregunta clave era el primer recurso. La que respondiera mal sería la afectada. Sin embargo, estaban en desventaja. Las tres amigas se conocían demasiado bien entre sí. Las tres igual de alteradas, tan jadeantes y aterrorizadas que era imposible distinguir al fantasma que por naturaleza era un maestro del disfraz. Y las chicas en pijama no

Un Encuentro en la Oscuridad

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En medio de la somnolencia televisiva, provocada por un infomercial sobre mangueras para jardín, ella percibe el tacto sigiloso de su novio, deslizándose desde su cuello hasta sujetarle el busto. Apaga el televisor, estremeciéndose en el contacto de aquellos labios con su oreja. Él la toma de la mano y la dirige a la habitación. Sin encender la luz, la va desvistiendo por el pasillo, para arrojarla a la cama con una fuerza que para ella resulta excitante.  La toma por el cuello una mano fría. Siente en el ombligo la tibieza, un aliento ardiente. Inmovilizada, sometida, suda, jadeante, inmersa en el delirio orgásmico. Llega la culminación más enloquecedora. Los gritos se le sofocan entre los pechos, inundados de dulce, erizada convulsión. Él se levanta para ir al baño. Sin cerrar la puerta por completo, enciende la luz. Queda un polígono luminoso en que ella se nota cubierta de sudor. Mientras tanto, revisa las notificaciones de su móvil. No se per

La Gárgola

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Siempre he evitado el letargo de los horrores generalizados. Soy un ávido buscador de Evidencias. Por eso subí la colina rumbo a la mansión gótica. La que el pueblo evadía a toda costa, sin saber porqué desde hacía dos generaciones. En el camino, me envolvieron las miradas juiciosas de los habitantes que reprobaron mi curiosidad. Me interceptó un anciano. Sugirió que, por mi bien, volviera sobre mis pasos, y tras su advertencia se desplomó en el último aliento. Con la misma determinación, llegué para entrar a la mansión a explorar. Vetusta pero interesante construcción. Melancólica antigüedad la de su interior. En el segundo piso escuché el alarido, agudo y áspero. Provino de una habitación. Escudriñé entre los muebles, desordené la cama, y descubrí que no había nadie más. Se escuchó de nuevo, y el oído, por una extraña intuición, me hizo correr las cortinas y abrir la ventana. Me asomé y escuché un crujir de roca. Me recargué en el borde, y pude contem

Parabrisas

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Aquella noche lluviosa, fue por una incomodidad en un ojo que su atención se vio perturbada, en plena carretera. Escuchó el vítreo golpe contra el parabrisas, y se percató de la huella carmesí de su involuntario crimen, impresa y degradada. Se detuvo de una manera tan súbita que el automóvil giró y quedó orillado, encarando el camino ya recorrido. Conveniente para iluminar y buscar el infortunado cadáver. No había nadie... Ofuscado, pretende volver al coche, pero un relámpago lo sobresalta y se apagan las luces. Y un motor suena, sí... pero a lo lejos. Su cuerpo es embestido por una carrocería de la que ni siquiera había un atisbo en la penumbra. Se impacta contra un parabrisas y pierde la consciencia cuando ya se ha arrastrado por un largo tramo de pavimento. Cruza por su mente la urgencia por volver a casa, la suave sensación del asiento que sostiene su espalda; el volante en sus manos y una pestaña rebelde que le pica un ojo.  Un ruido exterior le hizo sentir qu

Museo de Historia

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El muchacho se apartó del grupo para dejarse asombrar por la reliquia mejor protegida.  "No Tocar", leyó. Esbozó una sonrisa ante ese cristal blindado que impedía todo contacto. "La guerra más antigua de la que se tiene registro no fue entre humanos" decía la leyenda. Se exhibía una armadura esbelta, ligera, de una apariencia tan oscura, como si hubiera sido carbonizada en el fuego solar. El joven sentía que la luz se extinguía en su superficie; que quedaba ciego al mirarla. Era fascinante. Una espada de agudos contornos descansaba, ominosa, recostada junto a la armadura. No hacía falta tocarla para percibir la agresividad cortante de su hoja. Pasmado, quitó de su camino los cordones que delimitaban la exhibición. Cuando quiso contemplar más de cerca, la armadura empezó a despedir un humo sutil que empezó a saturar el contenedor cristalino. El muchacho no se permitió la retirada. Cuando había tanto humo que el vidrio blindado se volvió t

Viva

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Así que eso era residir en un cuerpo humano. Tan trivial, tan efímero. Me doy cuenta de lo atrapada que estuve.  Es curioso seguir notando el ceño fruncido de ese inerte rostro que me definió en aquellos ochenta años. "Ochenta años"... me suena a un suspiro, a un instante.  Soy Eterna, Poderosa, y una Sensación de Exquisita Valentía gobierna mi porvenir. Es Grandiosa esta Libertad, la luz que emito, la Inspiración que corre como electricidad vigorosa en Mí. La Puerta se abre y la atravieso rumbo a una caída libre. La inmensidad me envuelve y un viento sutil me acaricia. Me percato de mi Dominio sobre las leyes físicas, y aterrizo con suavidad en una árida planicie. Hay más como yo. Expectantes, miran al cielo. Hago lo mismo. Ahí viene; el otro Ejército. Es la Guerra de la Existencia. Todo contra Nada. Sé que Ganaremos. Nunca me había sentido tan Viva. Por: Victor C. Frias Espero hayas Disfrutado de este Relato, ¡Agradezco Mucho Tus

Carpintero

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-Abuelo, nos haces mucha falta. -Aún no termino, muñeca. Ya voy. -Ya es muy tarde, necesitas descansar. Se escuchaba el motor de una sierra del taller de carpintería, que se encendía y apagaba. -Lo que necesito es darles una buena vida. La que yo no tuve. No me perdonaría que supieran un poco lo que es vivir en mis zapatos -el viejo jadeaba. -Eso ya cambió. Tu deber de siempre ha sido permitirte vivir. -Ya habrá tiempo para vivir cuando me muera -la sierra se activa. Se escucha su aullido incansable, y se apaga sin más. El tablero de la Ouija señalaba "Adiós".  Las manos de la chica que lo conducía tenían las lagrimas de siempre, y la deprimente quietud de la noche era la misma... la de cada sesión. Por: Victor C. Frias Espero hayas Disfrutado de este Relato, ¡Agradezco Mucho Tus Lecturas!

Infancia

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"¿A dónde vas?", pregunta el niño con estómago estremecido. "A recuperar el tiempo. A conseguir lo que siempre quise para Mi. A buscar una infancia propia digna de recordar". El adulto lo desdeña con frialdad, mirando al horizonte. Las lágrimas gobiernan la cara del infante. La boca le tiembla de inquietud. Las maletas están en el umbral. El jovencito se aferra a la mano mayor. "¿Qué será de Mí cuando te vayas?" pregunta el pequeño. "Nunca ha sido nada de ti, inútil. Nunca fuiste capaz de Nada. Todo te dio Miedo y por eso he fracasado". "¡No importa cuántas cosas no hicimos, estando juntos todo estará bien!" "¡Ya basta! ¡No quiero recordarte y saber que esos años pudieron haber sido mejores! ¡Detesto los años desperdiciados!" Se queda en silencio, cabizbajo, ya incapaz de ser conmovido por los vítreos ojos del niño, menos rojos aún que los suyos, anegados de añejo tormento. Suelta

Opresión

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No quiero volver a casa. Es horrible estar ahí. Tengo malestares inenarrables cuando cierro la puerta y el recinto empieza a absorberme los ánimos. Es el único lugar que conozco en que es una tortura estar acompañado. Sí... he contado las miradas que me reciben en la penumbra cada vez que pretendo dormir.  He escuchado sus voces, sus nombres guturales e impronunciables... y sus intenciones, articulándose en ese aliento húmedo y famélico. A pesar de las escasas marcas de colmillos en mi cuerpo, sé que mi Alma está ya por sucumbir, por esfumarse en la incertidumbre del mañana. Por: Victor C. Frias Espero hayas Disfrutado de este Relato, ¡Agradezco Mucho Tus Lecturas!

Testamento

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-Es impresionante. Juraría que le he leído un pensamiento. El abogado miraba fijamente la pintura del anciano. Había en ese bastidor una mirada auténtica, detalles inmortales. -A mi padre le gustaba lo mejor. El anfitrión entregó el documento. El testamento del hombre retratado. -De acuerdo, ya lo reviso... ¿puedo? -el abogado señaló la butaca ante el escritorio para sentarse. El otro hombre asintió. -El pintor era tan talentoso que se suicidó al terminarla. Un estremecimiento gobernó el estudio, y el visitante se incorporó tras ser largamente incapaz de dejar de mirarla. Dio un suspiro vacilante, y comenzó con la revisión. El heredero abandonó el estudio, con ojos dilatados y respiración inestable, como impaciente. Después de una hora inmerso en la lectura, el abogado percibió ese aire cargado de barniz y pátina, frescos e invadiendo el pergamino. Un peso sobre su hombro se volvió imposible de ignorar... "Yo no he dejado ningún testamento.

El Diagnóstico de James

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-Esa estúpida nos tendió una trampa, ¡Maldición! –gritó una voz de hombre joven. -Si me hubieras dejado manejar esta última situación, seguiríamos en casa –ahora una voz femenina. -¡Todo por culpa de este mequetrefe que se resiste, quiero estrangularlo! El paciente, James, semiconsciente en la camilla, sintió unas manos que lo ahorcaban sin fuerzas, entorpecidas por algún sedante. Cuando iba a volver a quedarse dormido, percibió la llegada de los paramédicos, que acudieron a amarrarle los brazos al barandal. -Me sigue doliendo el puñetazo en el ojo. Piensa en algo más, Derek. James ya no cooperó –sugirió la voz femenina. -Su naturaleza remilgada siempre fue un inconveniente. Caitlin notó cuando quisimos distraerla; el primer indicio de malicia la puso en alerta –repuso Derek. -Aún podíamos convencerla. Si te la hubieras llevado a la cama para darle placer del bueno, estoy segura de que se le olvidaba. Como no actuabas, decidí hacerlo yo. Y henos aquí, porque e