Posesión
Ella me teme. Desde el inconsciente sabe que estoy aquí, postrado ante su cama. Se estremece y recoge las piernas bajo las sábanas. La silueta encorvada se aferra a la almohada y a un ensueño protector. Su respiración es profunda pero desesperada. Le incomoda la mirada con que la toco. La falta de luz no logra ocultarme, porque mi intención es aun más oscura: quiero poseerla. Me juzgará eternamente la existencia, pero no me importa. ¿Qué relevancia tendrá después mi torso escamoso y estas patas de sátiro, cuando ella sepa lo tanto que la deseo? Quiero poseerla. No como una entidad demoníaca; poseerla tiernamente, convivir ambos en su pensamiento, saborear el mismo aliento. No... es demasiada tentación para mí. Esa tentación... la conozco. Ejerce un poder intimidante sobre mi voluntad. Es probable que esta sea otra región del infierno de donde creí escapar. Me voy... "El demonio entró al armario de nuevo, y éste ardió en llamas por dentro".