La dama avasallada
Zancadas daba la
dama. Al pasar las trancas, cargaba la alhaja. Hasta cantaba al ablandar la
grava, para cavar la zanja. Atascaba la pala, gran alharaca para tantas tablas.
Las almas clamaban, agazapadas. Tardaba. Ya alcanzaba a captar las carcajadas.
Las llamaradas saltan
hasta la cara. Avara, la dama alza la alhaja, para llamar a las bajas lacras,
para alabarla. Al alba, las campanadas acaparan las afanadas flamas; ya la
abrasaban hasta la garganta, la acababan, avasallada.
Por : Víctor C. Frías
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