Relatos vividos I - Fallo en la Realidad

El cielo era de un gris luminoso, uniforme. Yo lo contemplaba pensativo, a través de la ventana, suspirando en el gozo del petricor naciente. Se agitaba el follaje de los jardines próximos; las aves comenzaban a acumularse en sus alturas.

El murmullo de alas cesaba, y quedaba el silbido constante del viento. Era el proceder natural de una inminente lluvia, placentero y secuencial. Ufano, crucé los brazos planeando una tarde de café y lectura, y quizá para dormitar un poco en la despreocupación.

Sin embargo, la calma vespertina se vio turbada por un evento: mis ojos se posaron en un ave peculiar. Solitaria, cruzaba el aire con resistente aleteo. Era una silueta oscura en medio de la claridad inmensa, en inconfundible trayectoria.

Ambos disfrutábamos: ella la frescura y la libertad de un clima en que ya no quedaban más aves por el cielo, y yo me identificaba, admirando su capacidad de volar contra todo pronóstico.

Y tras haberla seguido por unos segundos, la perdí de vista. Sí, desapareció. En mitad de ese lienzo cuyas nubes eran tan altas, la figura que volaba se esfumó, ante mis ojos. No me distraje, no se cerró mi campo de visión. Se esfumó como absorbida por el gris absoluto.

No esperé que volviera a aparecer. Incluso las nubes más densas y bajas hubieran dejado ver el movimiento de su vuelo, difuso o disminuido. Sentí incluso que la parte de mi mente que conversaba con su naturaleza se disipó, tan súbitamente como ella. Una parte de mí atravesó esa Nada en que perdió la visibilidad.






Por: Víctor C. Frías


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