Memorias perpetuas
Entre las peculiaridades del
sótano encontré el congelador, proyectando una luz fluctuante a su alrededor.
Abrí la puerta y todo se apagó
ante su luminosidad. Supe lo que significaba. El holograma repetitivo llegaba a
su fin. Recordé. La realidad se disipó.
Ese era el momento en que me
escondía en la cíclica eternidad, en que resguardaba mi conciencia.
Escuché el eco mortecino de las
sirenas. El departamento de Policía me había encontrado. Una vez más no había
descubierto a quien me hirió de muerte en mi propia casa.
La puerta se abrió. Nos
encontramos frente a frente. Ese hombre, al que había visto con tanta
frecuencia... me era irreconocible.
Si mis recuerdos no se borraran
en cada ciclo, me despertaría la confusión, y la intención suicida... aquel
hombre era idéntico a mí.
Por: Victor C. Frias
¡Muchas Gracias por Tus Lecturas!
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