Carpintero

-Abuelo, nos haces mucha falta.

-Aún no termino, muñeca. Ya voy.

-Ya es muy tarde, necesitas descansar.

Se escuchaba el motor de una sierra del taller de carpintería, que se encendía y apagaba.

-Lo que necesito es darles una buena vida. La que yo no tuve. No me perdonaría que supieran un poco lo que es vivir en mis zapatos -el viejo jadeaba.

-Eso ya cambió. Tu deber de siempre ha sido permitirte vivir.

-Ya habrá tiempo para vivir cuando me muera -la sierra se activa. Se escucha su aullido incansable, y se apaga sin más.

El tablero de la Ouija señalaba "Adiós". 

Las manos de la chica que lo conducía tenían las lagrimas de siempre, y la deprimente quietud de la noche era la misma... la de cada sesión.






Por: Victor C. Frias


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