El viajero

Él sabía que el don lo había elegido con un propósito. En uno de sus viajes astrales, se encontró con esa alma desgastada, fugitiva del olvido.

No era como todas las que penaban... llevaba la carga de un quebranto que atraía... que era incluso dulce. Ambos se desplazaron al encuentro, y los vacíos de sus miradas coincidieron hasta anularse y reconstruirlos.

Ella empezó a recordar; a configurarse como cuando estaba viva. Por fin tenía algo más en el pensamiento, y no sólo ese momento de morir pacientemente, en la expectativa de encontrar el complemento para su corazón.

"Al fin, después de ocho siglos, aquí estás conmigo, mi alma gemela, para curar estos fragmentos que palpitan en mi pecho. Siempre juré no desesperar, pero mi humanidad fue frágil, y usar el veneno de aquella serpiente hizo mucho más que aletargarme" su voz era exquisita, balance entre tiernos agudos y sensuales graves.

"Ocho siglos... ¡es demasiado tiempo!"

"Sobre todo cuando no tienes cómo contarlo. El corazón tiene su tiempo, y siempre sabe cuánto duele"

Quedó eternamente inmerso en el deleite de aquellas facciones de fémina.

¿Quién lo diría? Aquel viaje astral... él juró que sería el último, para perderse en la bruma de lo infinito, para no volver a su cuerpo, a la melancolía de lo terrenal. Y así lo hizo. Esa decisión fatídica le otorgó al final la segunda oportunidad para ser feliz.







Por: Victor C. Frias


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