La cámara anecoica

Me quedé encerrado en una cámara anecoica. El silencio tuvo una entrada estrepitosa. Sentí el sonido de mis organos internos invadiendo mi entorno, sin escapatoria para mis oídos.

Un vértigo súbito me trajo innumerables voces. Voces profundas que se volvían gritos de multitud. Discutían. 

El aislamiento las trajo a mí como un evento más intenso, y las alucinaciones se volvieron visuales. 

Tres sombras se condensaron en el recinto. Tenían máscaras difusas, cambiantes. Fui testigo de su interacción desconocida. Sentí el peligro evolucionar en sus gesticulaciones.

Supe que hablaban de mí; fue un conocimiento instintivo. Me quedé paralizado como intruso de su privacidad.  Estaba expectante y sudoroso.

Supe de su conversación. Era una conspiración tan incomprensible que trataba de una destrucción colosal.

Como humano, nunca estuve consciente de la inmensidad de la creación, pero con la magnitud que le daban esas voces, me invadió la justa desesperanza. 

Quise gritar al palpar el límite de las ansias, pero me contuve, reservándome el impacto, y mi cuerpo resintió ese esfuerzo. Quedé arrodillado y nulo.

Las tres sombras se aproximan.

"Aquí te conoces a ti mismo. Afuera no eres nada. La realidad se opaca con el bullicio de la Vida" dijeron, y desfallecí, destruido.







Por: Victor C. Frias



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