La abominable fobia
Quién lo viera llegar a tal extremo... el de querer sellar cada resquicio de su cuerpo bebiendo sin detenerse una cubeta entera de yeso; ahora nos arrepentimos, con pavor, de haber subestimado su situación.
Había sido un adolescente con ansiedades ordinarias, pero un día despertó en él una aversión agresiva hacia el vacío.
"Por supuesto que aquí, donde vives, el vacío es casi inexistente. Imagínalo saturado de aire, esa es la realidad" le decíamos.
Le enojaba contemplar los espacios entre sus dedos, la cavidad de su ombligo, sus fosas nasales; el sitio libre al final de los libros de la biblioteca, el vaso con leche a medio llenar.
La tarde en que lo castigamos había sacado toda la ropa de los armarios y con ella quiso llenar el cuarto, quedando inmerso en ella, perdido y casi asfixiado, pero constituyendo una unidad entera, sin huecos.
Observamos la intensidad del color del yeso en todo su cuerpo. Tenía superficies suaves y frías. Y cuando quisimos desplazar el cuerpo, resignados por la evidente muerte, los brazos se rompieron. Vimos su interior. Yeso uniforme, sólido. No había ya un rastro de humanidad en esa escultura suicida.
Por: Victor C. Frias
Espero hayas disfrutado esta breve lectura,
te invito a leer muchos más MicroRelatos,
igual de amigables con tu tiempo y
que ya te están esperando:
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La demencia de Darya
En el fondo del pozo
Fisura
Instructivo
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Y Yo también ;)
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